lunes, 9 de julio de 2012

La primavera regia



Aquí no encontrara usted el hilo negro de las situaciones que envuelven la actualidad mexicana en muchos de los sentidos, solo encontrara una opinión personal, desde este lado de mi trinchera.

El sábado 7 de Julio de 2012 se llevó acabo en distintas ciudades del país un evento denominado “Megamarcha”, para protestar por lo que muchos consideramos la imposición de un “nuevo” gobierno presidencial (y todo aquello que conlleva) encabezado por Enrique Peña Nieto. La ciudad de Monterrey, la cual siempre ha sido considerada el motor industrial de este país(y por lo tanto para muchos también ser de un estilo de vida “agringado” y bastante automatizado), vivió algo que para muchos(me incluyo) es una bocanada de oxígeno que saca del letargo a una gran parte de la sociedad regiomontana; ahora los jóvenes no salieron a las calles con cerveza en mano vitoreando el campeonato de un equipo de futbol, ahora los jóvenes salieron a las calles sin ninguna bandera más que la de la unidad; unidad que surge del descontento por ser testigos de prácticas ilegales maquilladas como el mejor ejercicio “democrático” que ha tenido el país en su historia.

El descontento surge de ser testigos de prácticas que lucran con la necesidad y la ignorancia de las personas, aquellas personas que (tristemente) resumen el concepto de medio de comunicación, a cual es la barra de Telenovelas de 4PM a 8PM del canal 10 de televisión local. La sociedad regiomontana es de aquellas, que como dice el dicho: “solo ve para sus arcas”, aquella del “pónganse a jalar” bien enraizado por años y años de desarrollo solo medible en porcentajes de ingresos y egresos; sin embargo la experiencia del fin de semana pasado, me deja ver que esa sociedad tan automatizada, se ha dado cuenta que el bienestar y la justicia de un país no solo son cuestiónes de números, si no de libertad de elección y de acuerdos entre todos los ciudadanos.

Los políticos han lucrado con la confianza de la ciudadanía, revenden promesas falsas y firman ante notario aquello en lo cual no están capacitados para cumplir, esparcen firmas por doquier, cual “boda” en una kermes de secundaria. La sociedad sale a las calles para hacer escuchar su voz; también se escucha la crítica de aquellos que tienen interés ligados a esas “decisiones democráticas”(o no, dicho sea el caso), diciéndole a los inconformes que por más marchas que hagan, todo va a seguir igual, que dejen sus protestas y que se “pongan a jalar”. No se trata de que con una marcha las cosas vayan a cambiar por arte de magia, o que los políticos se den cuenta de todos sus malos manejos, se arrepientan y reivindiquen su camino; se trata de hacernos conscientes de que lo menos que necesita este país es un retroceso en el tiempo, en regresar a viejas prácticas, al autoritarismo y al “roban pero dejan, robar”.

Tanto robar, censurar y condicionar nos terminara por empobrecer, callar y acostumbrar a lo poco o nada que se nos ofrece.