jueves, 26 de enero de 2012

De un jueves

Me gustan las mañanas cortas y frías, el escuchar las palomas o las hurracas paradas en los arboles aun secos, dándome los buenos días (o jodiendome para que no me quede dormido), me gusta el vapor de agua caliente esperando mezclarse con el café, me gusta saber que no tiene que costarme cincuenta pesos para sentir que se disfruta más que un logo o unos sillones cómodos con bossa nova de fondo. Me gusta sentarme a la mesa sin nada que comer, ella siempre espera en el mismo lugar, como testigo inamovible de días y meses de risas y lágrimas, mi equivalente de diván. Me gustan las luces apagadas y ver que el día llega cuando la luz del sol se filtra por mis mal acomodadas cortinas. Me gusta ver el desenfado de mis perros, que me miran y que sonríen, y que lamen mis manos y que les digo "basta, pinches ingobernables", y que no les importa y continúan en su desenfreno de vida y felicidad. Me gusta encender la radio, y escuchar a la gente hablar de temas que no conozco, porque así me doy cuenta de lo poco que se. Me gusta ver mis libros viejos y tomar uno sin planificarlo y leerlo hasta que se pierda la cuenta en el reloj. Me gusta escuchar helicópteros y aviones por encima de mi casa, y pensar que llevan más que armas y militares, y políticos de cuarta categoría. Me gusta escuchar el tren a lo lejos y pensar de donde viene, a donde va, que sueños lleva camuflajeados entre vagón y vagón. Me gusta salir al mercado, comprar cosas de segunda mano, y pensar que todos merecemos una segunda oportunidad, aunque sea por unos pesos. Me gusta abrir el refrigerador y verlo vacío, y saber que el también tiene derecho a renovarse. Me gusta saberme vivo.